El juego de la ruleta
Es curioso, pero no hay información sobre la fecha y el lugar exactos del origen de la ruleta. La mayoría de las fuentes apuntan a China, cuyos habitantes tallaron imágenes de animales en las piedras. El prototipo de la ruleta también se remonta a la antigua Roma, donde se echaba a suertes y se hacía girar una rueda desde un carro montado verticalmente. Además, la mitología romana tiene su propia rueda, a través de la cual la diosa de la fortuna regía los destinos de las personas.
A menudo se vincula la ruleta con la Europa moderna, siendo Blaise Pascal su creador. Obsesionado con la construcción de una máquina de movimiento perpetuo, el científico utilizaba una rueda giratoria con bolas y le encantaba apostar. Existe la improbable teoría de que la ruleta se originó entre los muros de los monasterios, donde los habitantes solían pasar su tiempo de ocio jugando.
Entre los precedentes de la ruleta se encuentran el número par inglés y el roly-poly, así como el biribi italiano. En aquella época, en los estados europeos el juego se consideraba prohibido, tanto por las autoridades como por los funcionarios de la Iglesia. Sin embargo, la batalla fue desigual; el juego cautivó tanto a los súbditos como a los feligreses.
El nombre de «ruleta», traducido del francés como «rueda pequeña», comenzó a utilizarse en el siglo XVIII, en París. Este siglo trajo consigo una total difusión del juego por todo el Nuevo Mundo. Uno de los reglamentos canadienses de 1758, que prohibía el juego en las colonias francesas, también menciona la ruleta. Destruidos por la Revolución Francesa, los establecimientos de juego fueron restaurados por Napoleón, que gravó los casinos en beneficio del país.
La ruleta en el viejo y el nuevo mundo
Las reglas de la ruleta siempre han proporcionado ingresos en beneficio de sus organizadores. Los tramos cero y doble cero aseguraron que la casa obtuviera beneficios. Una contribución importante al desarrollo de la ruleta fue la de Louis y François Blanc. Los hermanos contribuyeron a la desaparición del doble cero, reduciendo la rentabilidad de las casas de juego y aumentando la popularidad del juego.
François tuvo suerte en los negocios y con los años se convirtió en un hombre muy rico. Esto dio lugar a rumores a sus espaldas de que había hecho un trato con el diablo, al que había vendido su alma y aprendido los secretos de la ruleta. Los rumores se ven reforzados por el hecho ampliamente conocido de que la numeración de las celdas del carrete es el «número de la bestia», el 666. La disposición de los números en la rueda, que no ha cambiado en casi dos siglos, también fue inventada por los hermanos Blanc.
En 1837, los empresarios franceses se vieron obligados a trasladarse a Alemania debido a otra prohibición del juego en su país. A mediados de los años 60, apareció el primer establecimiento de juego en Mónaco.
La ruleta americana vivió su apogeo durante la fiebre del oro de California, que comenzó en 1848. En el Nuevo Mundo, las reglas del juego cambiaron ligeramente. En EE.UU., mantuvieron el doble cero y redujeron el tamaño del campo de apuestas. El croupier tenía que trabajar con sus manos en lugar de con una espátula especial.
Estados Unidos prohibió los casinos durante 12 largos años (1919 – 1932), pero no pudo destruirlos, sólo que el negocio del juego se volvió turbio.